
Paul Nevin - Parte 2
Por Paul H. Nevin
-N Pero sólo habiendo principiado el mío comienzo a distinguir la mesura del trabajo de mi padre, pues en la estricta congruencia de su obra no deja de resonar una cierta sencillez, que no es opuesta a lo complejo, sino su nitidez, cualidad exclusiva de una nueva composición individual, de lo poético. Esto, y la fidelidad inquebrantable a los hallazgos de vida en el camino andado, a las contestaciones del metal, son constancia de seriedad en la dinámica de ese diálogo interno que lima al creador comprometido hasta llegar a ser puro intermediario.
Veracidad que se hace evidente en la impredecible agilidad adquirida por una técnica que ha ido rindiéndose a la definición emocional en cada escultura. Esta técnica sigue afinándose porque hay búsqueda y sentido, y la obra es honesta y viva. Aunque quien conoce a mi padre lo deduce antes de verla. Porque a él también lo hacen sus manos, y virtud de doble filo es el uso de herramientas modernas sin estancarse en la facilidad de métodos modernos y, sobre todo, sin caer en la laxitud de tantos contemporáneos que olvidaron que el escultor es ante todo el que se enfrenta con la materia.
